Praxedes.
PRAXEDES.
Conocí
a Práxedes Abraham de Vergara desde cuando yo era joven; mujer de origen libanés con muchos
años en nuestro país. Perteneció a ese
grupo de damas de gran carácter, no conoció el miedo, tenaz en sus actuaciones
y de gran cultura por ser una magnifica lectora. Tuvo un taller de costura,
bastante grande y eficiente un la Urbanización San Bernardino, su lugar de
trabajo que ejecutaba con gran habilidad. Cuando el General López Contreras,
Presidente de la República, repelió una manifestación de los jóvenes de la
Universidad de Caracas,- situada para entonces
en lo que es hoy el Palacio de las Academias--, donde murió el Br.
Eutimio Rivas por la entrada de la policía al recinto universitaria; Praxedes,
(Prajedes en español), estaba con los estudiantes que protestaban las acciones
de la policía; era un revolucionaria de nacimiento.
Se
casó, en segundas nupcias, con Antonio Vergara, andino, nacido en Michelena,
Estado Táchira, caballero de gran prestancia personal, Vergara, tuvo un
hermano, Carlos Vergara, también nativo de Michelena. Estamos hablando del año
1958, cuando el Presidente era el
Dictador Marcos Pérez Jiménez; Carlos trabajaba en su momento en las oficinas
administrativas de la Seguridad Nacional. Este edifico ocupaba el sitio de lo
que es hoy el Hotel Hilton luego “Alba”; antes pertenecía a la petrolera
Creole, luego se mudó la Creole a
Lagoven en Los Chaguaramos, inmediatamente el gobierno lo utilizó como cuartel
general del cuerpo policial, represivo y enemigo del pueblo venezolano. La Seguridad
Nacional fue altamente odiada, acusada de torturar a los presos políticos.
Para
el 21 de noviembre 1957, los estudiantes hacen manifestaciones contra el
régimen, que fueron reprimidas violentamente por los cuerpos los cuerpos
policiales. El 1° de enero de 1958, amaneciendo, el Capitán de la aviación
militar, Martín Parada, vuela sobre el Palacio y
bombardea al mismo sin mayores consecuencias. Se inicia en el país una
serie de manifestaciones en contra del régimen perezjimenista, hasta llegar al
23 de enero. En esa fecha, todas las policías represivas activan su poder, pero al final del día cae el
gobierno militar. El pueblo caraqueño, multitudes de ciudadanos, acuden al
cuartel de la Seguridad Nacional para
asaltarlo, sacar a todos los presos
políticos y vengarse de los llamados “esbirros” que se conocían como
torturados; “suelespuma”, el Br. Castro, y otros. Fue una actitud valiente y
muy violenta, algunos civiles cayeron heridos por armas de fuego y el pueblo
haciendo valer su venganza contra los “esbirros” también los hirió y mató a los
que no huyeron.
El
Hospital “Carlos J. Bello”, de la Cruz Roja Venezolana, está ubicado muy cerca
del lugar de los acontecimientos. Se inicia la llegada de heridos, leves,
traumatizados, heridos graves que requerían intervenciones quirúrgicas de
inmediato. El hospital trabajó
forzadamente, se clasificaron los heridos, los más leves se concentraron
en una sala que era dirigida por un médico
veterano y varios Bres. entre los cuales se encontraba quien les escribe
esta crónica.
A
las puertas del hospital, situado entre las esquinas de Venus a Paradero, se
concentra una multitud con la idea de asaltar el hospital y liquidar a los llamados “esbirros”. Se
notificó a las fuerzas militares quienes enviaron protección. La norma seguida
era que aquellos heridos leves que podían irse a su domicilio, se les daba alta
para tener camas libres para los heridos quirúrgicos. Me desempeñé en la sala
de observación, teniendo como responsabilidad atender a cada traumatizado y
decidir en consecuencia.
A
las 5 de la tarde, la telefonista de guardia, me notifica que llame a mi madre,
lo cual hice inmediatamente; me cuanta que entre los heridos está el Sr. Carlos
Vergara, cuñado de nuestra admirada amiga. Praxedes; preguntaba por su estado
físico. Voy de inmediato a la sala de observación, y con mucho sigilo pregunto
por el Sr. Carlos Vergara. Éste no contestó verbalmente y sólo levanto
tímidamente el dedo índice. Me acerco a
él, me dice que solo tiene “magulladuras” en todo el cuerpo, le informo sobre
la llamada de su cuñada Praxedes y le propongo darle de alta, vendría Praxedes
a buscarlo en su auto; inmediatamente
solicito el permiso del jefe de la sala, y decidimos el egreso.
Hago
saber a Praxedes, que venga a buscarlo
pero que lo haga por la avenida “Andrés Bello”, donde no había multitud. A la
hora indicada, un enfermero y mi persona fuimos muletas para llevar al paciente
al sitio indicado. Vi llegar, a Praxedes, sola, conduciendo nerviosamente su
automóvil y a duras penas le entregamos a su cuñado el cual llevó a su casa de habitación en San Bernardino. Creo
que fue un gesto de valentía, empatía familiar lo hecho por Praxedes. Más nunca
supe del herido.
Julián
Viso Rodríguez.
Médico.
E/mail:
julivisorodriguez@gmail.com
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