Crónica calaboceña..


LA   CRÓNICA CALABOCEÑA.

Hoy 31 de marzo, último del mes. A mediados  de marzo  de 1780, arribó a estas tierras el Obispo Mariano Martí, en el marco de la visita pastoral que realizaba por toda la Jurisdicción de su Diócesis caraqueña. El día 16 hizo su entrada a  la Villa de todos los Santos, donde confirmó a unas 3500 personas. Unos días  antes había visitado los pueblos de N. S, de Los Ángeles y de la Santísima Trinidad. En los límites  que da entre el primero de los nombrados  y la Villa, dice el prelado: “por el Poniente con la Villa de Calabozo distante poco menos de una legua”.

Este lugar, que durante muchas décadas más se continuó llamando del mismo modo era marcado con una cruz colocada a propósito. Con el tiempo allí se desarrolló  el barrio llamado por lo mismo la Cruz del Perdón. Aspecto que hoy parecería curiosa, abordado por el Obispo Martí durante su visita a Calabozo fue uno relacionado con la moral y las buenas costumbres, pues prohibió  la visita de los hombres a las aguadas o fuentes de agua que rodeaban la población en horas de la noche, es decir, en esas circunstancias  solo podían ir a lugares las mujeres. Igualmente después que el Teniente de Justicia Mayor de la Villa, o su ayudante visitara las aguadas al mediodía para evitar pecados que se puedan cometer en aquella,  "horas cautas”. El Prelado estuvo en Calabozo hasta el 24 de abril, cuando se marchó a continuar su visita por el territorio de la Diócesis, pero antes dejó dispuestos varios asuntos, que serán tratados en otra entrega de estas crónicas.

Entre marzo y abril de 1833 se erigió el Cementerio de la Iglesia filial (aún no era parroquia) de N. S. de Las Mercedes de la ciudad de Calabozo. El 27 de marzo del citado año de 1833, el señor José Santiago Domínguez “a nombre del Sr. Presbítero Gervasio Bermúdez, quien es el encargado de la Capilla dedicada a N. S. de Las Mercedes en la ciudad de Calabozo”, solicitó al Arzobispo de Caracas, Ramón Ignacio Méndez, “el de permiso necesario para el establecimiento de un cementerio particular donde depositar los restos de los cofrades de dicha Señoría…”

Las razones expuestas estaban relacionadas con la ubicación del cementerio parroquial de la ciudad, por ello, el solicitante expresa que éste, ubicado a un costado de la Iglesia Catedral estaba muy en el centro de la ciudad, razón por la cual, según el criterio de Domínguez, “no será nunca reedificado porque lo resiste su situación misma”; agrega el personaje que los cofrades de Las Mercedes, se negaban a enterrar sus cadáveres “en un lugar que ni respeto inspira”, y que por ello era que solicitaba “permiso necesario, para que los cofrades de N.S, de Las Mercedes de Calabozo puedan  llevar a efecto su deseo de construir por su cuenta, y sin perjuicio de los derechos parroquiales, cementerio  que reciba sus cadáveres con la decencia que no tiene, y el respeto que no infunde el parroquial de la ciudad, y así lo suplicó a nombre de aquellos, y en particular del virtuoso eclesiástico que, con fervor,   ha logrado estimular y conservar el de Calabozo todo”. El Arzobispo de Caracas le responde mediante un oficio fechado el siguiente 18 de abril que “vista la solicitud de los votos del culto de N.S. La Merced, en la Iglesia filial de este título de la ciudad de Calabozo sobre construir a sus expensas un cementerio fuera de la población… Venimos en conceder, y concederemos a los referidos intereses mi licencia para la construcción del que solicita”, sin embargo, Su Señoría Ilustrísima, advierte que “en la obra, ya que se emprende debe ser sobre un plano bien concebido, para que los muertos descansen con la decencia y respeto debido, y el lugar excita a la compasión a los difuntos a  la idea de la eternidad…Se procuraría quede a la menor distancia posible con el objeto de que si lo permitiese la localidad, los cadáveres puedan ser conducidos de la Iglesia a la sepultura con acompañamiento religioso”. Este cementerio de Las Mercedes ha debido construirse, debido a que los mencionados cofrades habían insistido en esa solicitud en varias oportunidades, hasta que el Prelado caraqueño les concedió el permiso. Pero ese cementerio existió, habría que preguntar dónde estuvo ubicado, a un costado de la Iglesia o en otro sitio?, cuál sitio? En este punto no queda más remedio que continuar investigando. 

Autor:
Ubaldo Ruíz.
Historiador.


Calabozo 31 de marzo 2020




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