Br. Juan Aponte.
EL BR. JUAN
APONTE.
Calabozo mayormente colonial, en marzo
de 1723, los misioneros capuchinos
andaluces, Bartolomé de San Miguel y Fray Salvador de Cádiz, reunieron
520 , indios de las riberas del Orinoco, guaiqueríes, mayopes en unos pueblos
llamados La Santísima Trinidad de Calabozo y Nuestra Señora de los Ángeles de
Calabozo. Oficialmente hoy La Villa de todos los Santos de Calabozo, situada en
el Estado Guárico, capital del municipio Francisco de Miranda y antigua capital
del Estado. Alexander von Humboldt llegó a
Calabozo a mitad de marzo de 1800 y permaneció varios días en la zona.
Calabozo tuvo participación honorable
en los procesos históricos de Venezuela; era pieza clave en la guerra de la Independencia.
Fue la primera capital del Estado Guárico
cuando el caudillo y Presidente de la
República José Tadeo Monagas funda el Estado Guárico deslindando de Caracas.
En 1934 pierde definitivamente la Capital por
decisión de Juan Vicente Gómez, quien pasa a Barbacoas, Taguay y otros
asentamientos que pertenecían al Estado Guárico a pertenecer a Aragua y San Juan de los Morros al Estado Guárico y por ende pasa de un plumazo a erigirse como la nueva Capital del Estado
Guárico.
José Tomás Millán de Boves y de la Iglesia, conocido como el
León de los llanos, el Urogallo, la bestia de Calabozo vivió
y atemorizó cruelmente a sus habitantes.
El último Presidente del Estado
Guárico fue el General Juan Alberto
Ramírez, hijo de Juan Alberto Ramírez, Maestro
de escuela de Juan Vicente Gómez.
En su juventud había sido zapatero y
músico. Formó parte de la banda de música de Rubio; se unió en mayo de 1899 a la Revolución Liberal Restauradora.
Se cuentan varias anécdotas de este
zapatero, músico y General del Estado
Guárico: En una navidad recibe un regalo de Tarazona, y considera que es una
capa para colocársela encima de su
uniforme de General.
El 24 de diciembre, como era costumbre
ancestral, el Presidente del Estado asiste a un Tedeum en la Catedral de
Calabozo. El General Ramírez se viste con su uniforme de gala y encima se
coloca la capa regalo de su compadre Tarazona. El Secretario Montenegro, al ver
tamaño espectáculo, le quita la bata de
baño y los lleva a la Catedral.
La sede de la Gobernación del Estado
se encuentra ubicada en una casa de dos
pisos – hoy cuartel de Policía – frente a la Plaza Bolívar de Calabozo; que
para la época poseía una frondosa vegetación de grandes árboles que además de
dar buena sombra, en la mañana se agrupaban bandadas de aves canoras de
diferentes especies. El General Ramírez expresó que los pájaros le molestan su
sueño matutino y ordenó talar todo el bosque de la Plaza.
El General Ramírez ejerció su poder de manera
cruel, como todas las dictaduras. Para esa época, el Br. Héctor Landaeta Payares, estudiaba Medicina en la UCV; en
vacaciones invita a un compañero de
estudio a conocer el llano, así lo hicieron. Una noche, en un botiquín toman
unas cervezas y el Br. Héctor observa un retrato del tirano venezolano; con parsimonia se levanta y
voltea la cara contra la pared. Al llegar a su casa la policía lo arrestó y
paso un año preso en la famosa cárcel de La Rotunda…!
Calabozo adquiere un gran desarrollo
agrícola y económico con la represa del
río Guárico, inaugurada en 1952 y construida bajo la administración del Gobierno
de Marcos Pérez Jiménez. El constructor de la obra fue el Ingeniero Genaro
Campilongo. Transformó demográficamente y la economía pecuaria de Calabozo por
la importancia que generaron las siembras de arroz y permitió la presencia de
nuevos inmigrantes a la ciudad y de las aldeas aledañas, como el Rastro y
Guardatinajas preferiblemente.
JUAN APONTE.-
Entre esos personajes se encuentra Juan Aponte; hijo putativo de
José Aponte y Brígida, naturales de Guardatinajas. José Aponte amasó una
fortuna con el negocio de botiquines; el sobrino de Brígida era también de
apellido Aponte. Muerto Don José, Brígida quedó sin protección.
Juan aponte era hermano de crianza de
abogados, maestras y enfermeras; su hermano abogado era alcohólico, la
enfermera y la maestra, solteronas, y el otro comerciante, quizás el menos
cercano a él.
Juan fue un hombre al cual la
naturaleza le negó sus atributos de ser humano. Era analfabeta completamente,
nunca fue a una escuela y lo más triste, la ruleta biofisiológica lo maltrató
con una gran debilidad mental. Fue un
auténtico paria, no tuvo familia conocida, y jamás cuidados infantiles a los
que tiene derecho cualquier ser humano, el único ser biológico que necesita el auxilio de la atención de una
madre.
Al no poder asistir a la escuela
primaria, perdió toda oportunidad de una
educación y cultura que son claves para crecer en la sociedad. La pobreza se
combate con empleo y la marginalidad social con servicios públicos de calidad. Combatir
los grandes males sociales con educación
y cultura no es descabellado, quizá sea la opción más segura para mejorar la
calidad de vida cuando el conocimiento se pone a disposición de todos, las
culturas crecen con individuos más preparados y educados.
Juan, por ser analfabeta y débil mental e hijo
putativo de una familia que no se
preocupó por su situación biológica, fue tratado como un esclavo, un tránsfuga
en la vida; nadie pudo ayudar en este
sentido a Juan.
El caso de Juan Aponte es el fracaso de la familia, la sociedad y del
Estado; familiar porque aún no se conocen sus lazos sanguíneos hogareños, fracaso de la sociedad
por el abandono de un ser tratado como “el loco del pueblo”, pero que servía para trabajos duros, sin ninguna remuneración
aceptable para vivir; fracaso del Estado por no concretar una asistencia a
mujeres en su condición prenatal, sin
tomar en cuenta que deben tomar dosis efectivas de polivitamínicos y la
explicación a la futura madre sobre su situación prohibiendo fumar y tomar
licor. Estos tres fracasos de la llamada sociedad humana hace que nazcan seres
como nuestro protagonista Juan Aponte; un ser a quien la lotería de la naturaleza y de la
sociedad le negó hasta lo más sencillo para transitar con seguridad la ruta
vital.
Juan fue un hombre simpático, lo conocí
muy joven, hablaba mucho pero con dificultades para mantener una conversación coherente. Utilizaba palabras inentendibles, decía: “me jogo” por me ahogo,
cantaba la ranchera Eufemia y pronunciaba Ufemia; solía gustar de estar con la gente, pero siempre fue el “sirviente”
para todas las familias a las cuales sirvió con aprecio.
Hacía gracias y travesuras, casi infantiles, para llamar la
atención de los demás, apreciaba cuando le regalaban ropa, zapatos y en
especial era un ser que le agradaba que lo fotografiaran.
En una reunión de familiares nuestros
y dilectos amigos nunca faltaba Juan como asistente en las parrillas con las
sabrosas cervezas. En una ocasión en casa de unos amigos se oyó un ruido en el solar, todos los presentes nos movilizamos
para averiguar la causa del alboroto, se comprobó sin duda que era “un rabipelado” que quería entrar al gallinero y
estas aves se defendieron formando tremendo alboroto, de tal manera que Juan apreció
la situación como un fantasma, le expliqué que fantasmas no existen; me contra dijo:
“yo cuando llego a mi casa por la noche,
veo un “celaje” y se va para perderse hacia un platanal; anécdota, me explicaron los amigos que él tenía y mantenía a una mujer en su
rancho y cuando llegaba por la noche un individuo que le hacía favores íntimos
a su mujer salía violentamente hacia el platanal como explicó nuestro amigo
Juan; esos son los fantasmas al que se refería sin saber la verdad.
En una visita familiar a Calabozo,
encuentro a Juan estrenando zapatos deportivos de marca, me dijo:” quiero que
tomes una foto”, pero me esperas que ya
vengo”; se presentó casi de inmediato con una cartulina entre las manos de
cierta dimensión, “ahora tómame la foto” lo cual hice inmediatamente. Al
terminar la actuación fotográfica, me entrega la cartulina y con gran alborozo
me dice: “léela”; eso hice, era un título de Bachiller otorgado por Ministerio
Popular para la Educación que hacía saber que el Sr. Juan Aponte era Bachiller de la República, título firmado
por el ministro de Educación y el presidente de la República para esa época.
Lo interpreté como una burla a un desposeído
social, a la sociedad en general y a los educadores dedicados a enseñar con
profesionalidad. Juan murió, no lo supe hasta unos meses después de su
fallecimiento. Invoco plegarias para que el Todopoderoso lo acepte y le
prodigue los mejores sentimientos humanos que le negaron su familia, la
sociedad y el Estado.
Descansa en PAZ JUAN.
Julián Viso Rodríguez.
Médico /Cirujano.
Profesor Jubilado de la U.C.V.
E/mail:julivisorodrigez@gmail.com
E/mail:julivisorodrigez@gmail.com
Caracas: 3 de marzo 2020.
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